lunes, 20 de abril de 2009

Una cita de Jung

Los motivos internos brotan de una fuente profunda que no depende de la consciencia ni se halla bajo su control. En la mitología de los primeros tiempos, estas fuerzas se llamaban mana, o espíritus, demonios y dioses. Siguen tan activos en la actualidad como lo fueron siempre. Si se avienen a nuestros deseos, los llamamos corazonadas o impulsos... Si van en contra, decimos que se trata simplemente de mala suerte, o que ciertas personas están en contra de nosotros, o bien que la causa de nuestros infortunios debe ser patológica. Lo único que nos negamos a admitir es que dependemos de "poderes" que se hayan más allá de nuestro control.

C. G. Jung, El hombre y sus símbolos (1961)

sábado, 4 de abril de 2009

Debates a la japonesa (debates seminudistas...)

En Japón han encontrado la forma definitiva para atraer a toda la población (al menos a la masculina) a sus programas de debate. El vídeo da risa jejeje... pero algo así sería casi para hacerlo en plan serio, imaginadlo: tanto los hombres con inquietudes intelectuales como los que prefieren los placeres visuales-carnales tienen algo de su interés en este tipo de programa. Ahí va el vídeo:


Debate a la japonesa

¡Que os guste!

Encontré el vídeo aquí.

jueves, 2 de abril de 2009

Razonamientos acelerados (algo más que un cuento)

Nada que ver con sucesos reales... Es pura literatura... Pero la reflexión implícita en este relato es interesante jejeje...

RAZONAMIENTOS ACELERADOS

Y yo digo: Tengo razones para creer que mi mujer me engaña. Pido a Dios que no sea así, porque si no voy a matarla. Ayer la vi con ese tío... Sé que era ella. No voy a permitir que siga riéndose a mis espaldas. La voy a matar; tengo que matarla.

Digo yo: Una mujer murió ayer en la calle Canguro. Fuentes oficiales sospechan que fue asesinada, porque recibió 31 puñaladas. El asesinato se cometió, al parecer, entre las 3 y las 6 de la madrugada; o bien a las 12 del mediodía. La policía continúa con las investigaciones. No hay sospechosos, pero por algún sitio debe andar suelto un asesino, dice la policía.

Y digo yo: ¿La mato o no la mato? Porque si la mato... ¿Y si me pillan?

Yo digo: ¿Quién ha ganado las elecciones?

Y digo: La mejor hora para matarla es entre las 3 y las 6 de la madrugada; porque si la mato a las 12 del mediodía... ¡es de día! ¿Cómo la mato? Sí, claro; de un manotazo... pero la zorra de mi mujer tiene la piel muy dura. Compraré una pistola, o la robaré. O se la pido a mi abogado. Lo haré con una pistola, para estar más seguro de mi éxito.

Digo: Última hora. La mujer que murió ayer en la calle Canguro no murió de 31 puñaladas, como se había supuesto en un primer momento; murió de un disparo en la cabeza. En cualquier caso, la policía sigue pensando que se trata de un asesinato. Se descarta el suicidio, porque el arma del crimen se encontraba en la mano de la víctima.

Sigo diciendo: Si me llevo el arma pensarán que es un suicidio, así que se la dejaré en la mano. ¡Es perfecto! Mis planes son muy ingeniosos. Pero tendré que llevar cuidado de no dejar huellas en la pistola.

Diciendo sigo: Ahora mismo me comería una tableta de chocolate. El chocolate está muy bueno, siempre me ha gustado. Y ahora, que estamos en Navidad, ¿por qué no me voy a permitir un caprichito? Mejor no. Tomaré algo frío. Es porque, con este calor, igual se me deshace el chocolate. Casi mejor me voy a la playa, a tomar un poco el sol. Además, si cambio de idea y decido tomar chocolate, puedo tomármelo en la playa: aunque se me derrita, me da igual.

Ya digo: Quizá soy un exagerado. A lo mejor mi mujer no me engaña. Resulta que como soy muy celoso, en cuanto la veo con alguien me cabreo; se me atasca el cerebro y sólo pienso en matar a alguien. Cambiaré de plan. Primero, voy a matar al imbécil que vi el otro día con ella. Y luego le pregunto a mi mujer si se ha acostado con él. Pero mi nuevo plan tiene una pega: ya he matado a mi mujer.

Digo ahora: Voy a ver la tele; creo que voy a salir en las noticias. ¡Oh! Esto es una lavadora. Bueno, tengo la ropa un poco sucia...

Ahora digo: ¿Pueden traerme una tele, por favor? ¡Y que sea deprisa! ¡O de cualquier otra marca!

Digo ya: No he matado aún a mi mujer, pero en cuanto venga la mato. Le voy a pegar una patada en el culo que va a ver.

¿Diga?: Tomates no, gracias. Están demasiado dulces. Sal. ¡No, no les pongas sal! ¡Márchate de aquí! ¡Vete de aquí!

¿Quién?: ¡Mierda! Mi mujer no viene. Y yo aquí, sin testigos. Bueno, seré optimista. Quizá este retraso me proporcione el tiempo que necesito para conseguir un arma.

¡Ajá!: Es el crimen perfecto. En las películas siempre pillan al malo, pero nadie ha pensado en mi plan.

Me digo: ¡No quiero cebollas! ¡Me recuerdan a mi mujer! Me hacen llorar. Y es que, en el fondo, soy un sentimental.

Dígame: El arroz se mastica, si uno quiere, pero está bueno. De todas formas, no por mucho masticar... amanece... bueno, llega antes al estómago. ¿Qué digo?

¿Qué digo? La zorra de mi mujer...

Dígome a mí mismo: Un pastel de chocolate es muy saludable para la salud y para que el cuerpo y la mente estén saludables, o sea, llenos de salud. Además, puedo saludar con las manos mientras me lo como a la hora del desayuno, de la merienda o de la cena. O de la comida. O entre comida y comida.

Dígome yo a mí mismo: Pero como aquí no hay pasteles, pues mato a mi mujer. Tanto monta, monta tanto...

Dígome a mí mismo yo: ¡Coño, pero si yo soy médico! Pues nada, la mataré con el bisturí. Yo doy la salud y yo la quito.

Dígome yo, yo a mí mismo: Pero... ¿quién ha ganado las elecciones? Mi gato seguro que no...

Yo a mí mismo me digo: ¡Coño, un ovni! Pero no, no es. Me he confundido. Va demasiado deprisa para ser un ovni. Más bien parece una luciérnaga.

A mí mismo me digo yo: Son las 3 y aún no he matado a mi mujer. ¿Me estaré volviendo loco? No, si al final igual voy y la perdono. Sólo faltaría eso.

A mí: Un poquito de agua... Un terroncito de azúcar... Se remueve con la cuchara... ¡Y ya está! ¡Ya tenemos el agua azucarada! ¡Con la nueva fórmula asesina, se lo digo yo!

Mí mismo: Soy un balón de baloncesto. ¿Quién es ese negro que se me acerca? ¡Oh, es el mejor jugador del mundo! ¡Oiga, por favor, vóteme! ¿Qué he dicho?

Me digo lo mismo: ¿Cómo van las elecciones?

¡Coño!: ¡Ah, coño! ¿Qué ven mis ojos? ¡Mi mujer muerta! ¡Policía, bomberos, han asesinado a mi mujer! Con lo que yo la quería.

Malo...: A ver si porque yo tenga el cuchillo se van a creer que yo la he matado. Yo sólo le he dado el último pinchacito, para asegurarme...

Yo, yo: Voy al frigo y cojo todo el chocolate. Es por si me echan a mí las culpas, no vaya a ser que en la cárcel no haya chocolate.

Y yo digo: Yo soy el que manda, porque soy todo un líder. Supongo que todos obedecerán mis órdenes.

Digo: Me gusta el chocolate, tengo dotes de mando, soy un gran líder y, además, he matad... o sea, me llevo muy bien con mi mujer y somos un matrimonio perfecto.

Digo otra vez: Ultimísima hora. Fuentes gubernamentales han asegurado que ayer no hubo ningún asesinato. Por tanto, olvídense de las noticias anteriores, porque se ha descubierto científicamente que son falsas, puesto que no hay cadáver alguno, y mucho menos con 31 puñaladas; y aún menos con un disparo en la cabeza. Además la televisión no ha estado en el lugar de los hechos, por lo que se supone que todo es un rumor.

Digo yo: Ji ji ji. ¡Qué tontos son!

Digo: Pero es lógico. Yo soy el que manda. Yo soy el número uno.

Digo otra vez: ¡Yo no he votado! Voy ahora mismo a las urnas. Aunque igual no me dejan votar. Como era la semana pasada...

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Doctor Fernández, psiquiatra: No ha experimentado progreso alguno. Ni lo va a experimentar. Está como en otro mundo: habla mucho pero no escucha nada. No presta atención al exterior.

Timador legal: ¿Está usted seguro? Yo he mantenido algunas conversaciones con él.

Doctor Fernández, psiquiatra: Él parece escucharle, pero en realidad le importa un pimiento lo que usted le diga. Él le responderá lo que le dé la gana, independientemente de lo que usted le pregunte. Está aislado, como en un mundo propio.

Timador legal: Entonces... ¿qué va a hacer con él?

Doctor Fernández, psiquiatra: Es inútil mantenerlo en el centro. No existe ninguna terapia que le capacite para llevar una vida normal.

Timador legal: ¿Quiere decir que puedo quedármelo?

Doctor Fernández, psiquiatra: Por supuesto. No creo que sirva para otra cosa.

Timador legal: Muchas gracias. Si todo va bien, cuente con una subvención especial para su centro psiquiátrico... y para su cuenta bancaria, por supuesto.

Doctor Fernández, psiquiatra: Por supuesto.

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“Y yo digo: tengo razones para creer que este país tiene recursos suficientes para salir adelante porque, digo yo, ¿acaso no podemos potenciar nuestra industria con una política económica más acertada? Y digo yo: prometiendo os prometo que si gano bajaré los impuestos, al menos un poquito, porque no se trata de gastar más, sino de despilfarrar menos. Yo digo que si ganamos las elecciones no habré ganado yo, sino que habrá ganado el pueblo... Y digo que mataremos, ¡sí, mataremos!, mataremos y eliminaremos el terrorismo, las drogas y las delincuencias... digo que lloverá allá donde sea necesario, que subiremos las pensiones y que todas las navidades habrá turrones de chocolates gratis para los pobres de aquí y del resto del mundo... ... ...”.

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Timador legal: Ya os dije que con él de cabecilla ganaríamos las elecciones. Creo, amigos míos, que tenemos presidente para rato. ¡Viva nuestro partido!

Doctor Fernández, psiquiatra: Por cierto, señor vicepresidente. No vaya a olvidar que fui yo quien le descubrió y quien se lo presentó. Espero compensaciones...

Timador legal: Por supuesto, Fernández, por supuesto. Y tenía usted razón: no servía para otra cosa.

FIN

¿Qué es la femigogia?

El término femigogia resulta de la combinación de las palabras feminismo y demagogia. Considerando el feminismo como algo muy sano (luchar por los derechos de las mujeres), en cambio la femigogia incluye manipulación y discriminación, donde se busca no solamente ayudar a la mujer sino sobre todo dañar o rebajar a los hombres. Mientras el feminismo lucha por la igualdad de la mujer, la femigogia procura (aunque disimuladamente) crear superioridad para las mujeres: o sea, que las leyes, situaciones sociales, etc favorezcan siempre a la mujer, discriminando al hombre.

Una femigoga es quien adopta actitudes femigógicas. Un tipo de femigogas son las llamadas feminazis. Todas las feminazis son femigogas. Y aparte de las feminazis, hay otros tipos de femigogia, generalmente basados en la "victimitis" (nada que ver con las feministas sanas, que se quejan de las discriminaciones reales y no de hechos manipulados subjetivamente).

Para leer un poco acerca de lo que es una feminazi, ir aquí. Las feminazis son el mejor ejemplo de femigogia.